miércoles, 30 de septiembre de 2020

Comenzamos un nuevo ciclo

Hemos pasado un tiempo para reflexionar sobre cómo vamos a continuar con nuestro compromiso con la educación  y el aprecio a nuestra lengua. Próximamente, podrás disfrutar  de nuevas entradas con variados temas.

lunes, 20 de abril de 2020

Natalicio de José de Diego Martínez

José de Diego Martínez
(Padre de la raza)

Nació en Aguadilla, el 16 de abril de 1866. Fue abogado, político y poeta. Murió en Nueva York, el 16 de julio de 1918.


A Laura

LAURA MÍA: ya sé que no lo eres;
mas este amor, que ha sido flor de
un día, se olvida a solas de que
no me quieres.

Y, en medio de mi bárbara agonía,
¡te llama a gritos, con el mismo grito
de aquellos tiempos en que fuiste mía!

Yo necesito hablarte, necesito
saber por qué me arrojas al destierro,
de tu perjuro corazón proscrito,
cuando feliz en su adorable encierro,
al ideal querido me acercaba,
con fe sublime y voluntad de hierro;

Cuando mi voz triunfante te aclamaba
¡y ya mi pobre alma, ánima en pena,
con las alas abiertas te aguardaba!

Yo aun te defiendo, porque tú eres buena
y de tu dulce corazón no pudo
brotar la amarga hiel que me envenena;

De esta espantosa realidad aún dudo
y no sé quién me preparó, cobarde,
por detrás y a traición, el golpe rudo.

Ya es tarde, Laura: por desgracia
es tarde; mas si estás inocente....,
¿por qué muda, si aún la pasión
en mis entrañas arde?

Prestárame tu voz su noble ayuda,
cuando al altar de nuestra fe sencilla
cubrió el velo de sombra de una duda....

La luz se impone: la inocencia brilla...
¡Tú bien pudiste disipar la sombra,
hija del sol trigueño de Aguadilla!

¡Aún tu silencio criminal me asombra!
¡Aún hay un labio, a la traición cerrado,
huérfano de tus besos, que te nombra!

¡Aún me acuerdo del ángel malogrado,
verbo de nuestro amor, como el Dios hijo,
concebido sin mancha ni pecado!

Aún al ángel en sueños me dirijo...,
¡larva de luz, que en el sutil capullo
no sintió de la vida el regocijo!

¡Aún me enardece el lánguido murmullo,
que repercute el eco en mi memoria,
de tu primer voluptuoso arrullo!

Tú sabes bien que es dulce nuestra historia,
y que este infierno, a que el amor me lanza,
fue cielo un día y comenzó en la gloria.

Agita en ti la muerta remembranza
de aquel momento, del momento triste
en que puse en ti mi esperanza.

¡Y te verás culpable! Si, lo fuiste...
No sé por qué presentimiento extraño
yo quise huir... y tú me detuviste.

Recia batalla el día del engaño
libraron el amor y el egoísmo,
que adivinaba mi futuro daño.

Mi pobre corazón es siempre el mismo...
¡Ángel guardián, que con temor me augura
la presencia secreta del abismo!

Pero ¿quién, que haya visto tu hermosura,
sabe si es luz de sol o de centella
la que en tus ojos de mujer fulgura...?

¡Cuidado que eres cariñosa y bella!
¡Qué tarde aquella la de aquel gran día!
¡Qué día aquel el de la tarde aquella!

¡Aún vive en mis oídos la armonía
con que la danza comenzó gimiente,
como una niña enferma que sufría,
y en mis ojos tu imagen sonriente,
como un ángel asido por un ala,
del brazo mío y de mi amor pendiente!

Mi dolor es horrible; pero exhala,
como el opio que abate y que sahúma,
su ardiente esencia en vaporosa escala.

Y, esperando que mi alma se consuma,
absorbo, en el recuerdo adormecido,
el tósigo que brilla y que perfuma....

¡Ay, porque va mi corazón herido
muriéndose de frío, poco a poco,
como se muere un pájaro sin nido!

Porque aún te quiero y mi dolor sofoco
y, en medio de este malestar sublime,
tengo accesos de furia, como un loco,
en que el león enamorado gime...
¡y una venda de sangre, que me ciega,
y una cosa en el pecho, que me oprime!

En la callada y pertinaz refriega,
que pensamiento y corazón sostienen,
triunfa el delirio y la razón se entrega.

Dulces recuerdos a alentarme vienen
de mis benditos lares borinqueños,
que algo del fuego de tus ojos tienen,
y, del incendio que provocan dueños,
te hacen surgir: entre las llamas brillas.

Vesta inmortal del templo de mis sueños,
¡y cae el pensamiento de rodillas
vencido, al fin, y en largo desvarío
te jura el pobre corazón que humillas
que, hasta que sienta de la muerte el frío,
serás tú mi alimento cotidiano,
pan de azucena del anhelo mío!

Mas, no por eso me verás, villano,
en aras de este amor que me atormenta
sacrificar mi dignidad en vano.

Yo sé luchar, la juventud me alienta
y tengo, a fuerza de correr los mares,
la frente acostumbrada a la tormenta.

Y si no puedo, en bien de mis pesares,
lanzar tu efigie de mi pecho inerte,
como se arroja a un dios de sus altares,
sabe que a los sarcasmos de la suerte;
más débil sigue el corazón latiendo,
pero también la voluntad más fuerte.

No temas verme sucumbir; comprendo
que hay una sima entre los dos abierta,
y ha de estar siempre, ante el abismo horrendo,
el centinela del honor alerta;
¡no temas, pues, que el desdeñado altivo,
limosnero de amor, llame a tu puerta!

Y si te escribo, Laura, si te escribo,
es que no puedo padecer ya tanto
sin dar a mi amargura un lenitivo;

¡Es que me ahoga y que me ciega el llanto
y, cual huyen del rayo las gaviotas,
huye del alma tormentosa el canto,
que se revuelca, en abrasadas notas,
con el dolor del águila viuda,
que cae del cielo con las alas rotas...!

No es que mi pena, que mi pena aguda,
como a un sepulcro, a remover el fuego
del amor muerto, a tu piedad acuda,
ni a reclamar el juramento ciego
que, pálida de amor, me hiciste un día
con voz tímida y leve, como un ruego...

¡Es que entona su última elegía,
canto de cisne, doble de campana,
esta pasión asesinada mía!

¿Y tú, en tanto, qué piensas...? Si mañana
la luz extinta a resurgir volviera,
siniestra luz que del carbón emana,
¿saldrás indemne y pura de la hoguera?
¡Tal vez vuelve la vida a los desiertos
y torna al alma la ilusión primera!

¡Cuidado, Laura!, que los sueños muertos,
ángeles catalépticos que agitan
sus alas en la sombra, están despiertos
y a los reclamos del amor se irritan.....
¡Entiérrame muy hondo y ten cuidado,
que los muertos del alma resucitan!

Pero no podrá ser: miro asombrado
que aquella de una noche breve historia
fue una leyenda de hadas, que ha acabado.

Ficción no más, relámpago de gloria
que encendió en mí un altar y que ha tenido
cuna en tus ojos, tumba en tu memoria.

Echa tú el cuento de hada al olvido
y no turbe tus goces el desvelo
de éste, que es tuyo, corazón rendido.

Vive tú: muera yo: nunca mi duelo
te asalte en sueños, cual visión extraña....,
¡y que Dios te perdone desde el cielo,
como yo te perdono desde España!
por los bosques recónditos y umbríos,
nacen las pomarrosas
pálidas, escondidas y aromosas,
lejos del sol, como los versos míos....

En el suelo feraz, que al agua inunda,
yérguese el tronco en la raíz profunda,
al son perpetuo del raudal sonoro;
¡y absorbe, en cada poro,
el jugo que le nutre y le fecunda
y el resplandor de sus manzanas de oro!

Como los astros, al tocar su meta,
brillan las pomarrosas reflejadas
en el móvil cristal de la onda inquieta....
¡y como las granadas
y como las canciones del poeta
flotan sobre la tierra coronadas!

¡Oh, fruto, en que la flor se transfigura,
sin dejar de ser flor! ¡Tierna hermosura,
que la fragancia con la miel reparte,
y es perfume y dulzura
y símbolo, en que muestra la natura
la virginal maternidad del arte!

¡Cuán misterioso de la tierra el seno!
La sombra de la muerte se difunde
en el abismo, de amarguras lleno...
¡El tártago se hunde
y, en vez de néctar de la vida, infunde
y alza a la flor maléfica el veneno!

Mas, no la pomarrosa, que transmuta
en rica savia y en potencia fuerte
la ponzoña que infiltra la cicuta...
¡Así mi alma convierte,
como el arbusto de la blanca fruta,
la sombra en la luz y en la navidad la muerte!

¡Amor!, ¡Dolor!, ¡Corriente combatida!
¡Esperanza inmortal!, ¡Anhelo santo!
¡Ondas de mi alma y ondas de mi vida!
¡Fecundidad del llanto!
¡Renacimiento de la fe perdida!
¡Pomas del bien y rosas de mi canto!

¡Bendecid a las áureas pomarrosas,
que en las orillas de los viejos ríos
se elevan escondidas y aromosas!
¡Amad los desvaríos
del alma triste que, en los versos míos,
saca los frutos del abismo en rosas!

viernes, 22 de febrero de 2019

Biografía de Julia de Burgos


Julia de Burgos

Nace en el Barrio Santa Cruz de Carolina el 17 de febrero de 1914 y muere en Nueva York el 6 de julio de 1953 a los 39 años. Fue la mayor de trece hermanos. Estudió en la Escuela Normal, hoy Facultad de Educación de la UPR, Recinto de Río Piedras y obtiene el Certificado de normalista en mayo de 1933. Contrae matrimonio en 1934 con Rubén Rodríguez Beauchamp. Trabajó como maestra en una escuela rural en el Barrio Cedro Arriba de Naranjito en 1935. A partir de ese año comienza a publicar poemas en revistas y periódicos de la época como El imparcial y Alma Latina. Burgos conoce a Luis Lloréns Torres quien respaldó su producción poética y la incluye junto a Gabriela Mistral, Juana de Ibarbourou y Alfonsina Storni en un ensayo sobre poetas hispanoamericanas.

La obra poética de Burgos se recoge en tres libros: Poema en veinte surcos (1938), Canción de la verdad sencilla (1939) y El mar y tú (1954); aunque hay otros poemas que no figuran en esos libros porque se publicaron en periódicos y revistas o  que la poeta regaló a las amistades y éstas a su vez las dieron a conocer luego de su muerte. El primer libro aborda una temática variada y algunos de sus poemas se vinculan con la experiencia amorosa. Uno de sus poemas más conocidos “Río Grande de Loíza” presenta la experiencia amorosa del sujeto femenino que personifica al río.

Para 1938, año de la publicación de su primer libro, Burgos estaba separada de su marido. En noviembre de ese mismo año llega a Puerto Rico el médico dominicano Juan Isidro Jiménez Grullón para dar unas conferencias. Burgos lo conoce en el Ateneo Puertorriqueño donde Jiménez Grullón se presentó. Allí la poeta le pide que lea su libro para que le dé su opinión al respecto. Aquel momento fue crucial para Burgos porque quedó enamorada de quien se convertiría en el amor de su vida. Luego de varios encuentros comienzan a convivir en Puerto Rico. El viaja a Nueva York en 1939 y ella lo sigue. Posteriormente, en 1940 se trasladan a Cuba.

Esa relación le permitió a Burgos escribir su segundo libro que se publica al año siguiente. El mismo contiene 33 poemas dedicados a la experiencia amorosa. Este libro concluye con un poema que lleva el mismo título del libro; aquí la voz femenina expresa la unidad que logra con el sujeto amado.

La primera parte del tercer libro continúa la temática amorosa. Aquel río amante deviene en mar. No obstante, se advierte la desintegración de esa experiencia. La relación con Jiménez Grullón no llegó al matrimonio que tanto quería Burgos. La presión de la familia que no aceptaba a Burgos le impidió tomar esa decisión. El 19 de junio de 1942 Jiménez Grullón la abandona y le da el pasaje para que ella regrese a Nueva York. La desesperación se apodera de sus versos, la tristeza y el deseo de la muerte sustituyen la alegría y la pasión. Aunque contrajo nupcias por segunda ocasión, no pudo superar la crisis de la ruptura con Jiménez Grullón.  En Estados Unidos, colabora en la Revista Pueblos Hispanos junto al poeta Juan Antonio Corretjer y escribe varios poemas en inglés. 

Julia de Burgos marca un momento importante en la literatura puertorriqueña ya que escribe sobre una experiencia íntima de la cual solo el hombre podía abiertamente expresar, lo cual no era común en la mujer. Su poesía es una manera de exigir justicia hacia los marginados y la igualdad con el sujeto masculino. El segundo movimiento feminista que surge en la década del 70 (siglo XX) retoma la figura y la obra de Julia de Burgos para fortalecer su lucha por nuevos derechos. A partir de ese momento, poetas y narradoras como Olga Nolla, Rosario Ferré, Vanessa Droz, Ángela María Dávila, entre otras más escriben sobre diversos temas, uno ellos la experiencia amorosa, para expresar su sentir y también para exigir la igualdad.      



Poemas de Julia de Burgos (Carolina, Puerto Rico – 1917-1953)

Poema en veinte surcos (1938)

A Julia de Burgos

Ya las gentes murmuran que yo soy tu enemiga
porque dicen que en verso doy al mundo mi yo.


Mienten, Julia de Burgos. Mienten, Julia de Burgos.
La que se alza en mis versos no es tu voz: es mi voz
porque tú eres ropaje y la esencia soy yo; y el más
profundo abismo se tiende entre las dos.


Tú eres fría muñeca de mentira social,
y yo, viril destello de la humana verdad.


Tú, miel de cortesana hipocresías; yo no;
que en todos mis poemas desnudo el corazón.


Tú eres como tu mundo, egoísta; yo no;
que en todo me lo juego a ser lo que soy yo.


Tú eres sólo la grave señora señorona;
yo no; yo soy la vida, la fuerza, la mujer.


Tú eres de tu marido, de tu amo; yo no;
yo de nadie, o de todos, porque a todos, a todos,
en mi limpio sentir y en mi pensar me doy.


Tú te rizas el pelo y te pintas; yo no;
a mí me riza el viento, a mí me pinta el sol.


Tú eres dama casera, resignada, sumisa,
atada a los prejuicios de los hombres; yo no;
que yo soy Rocinante corriendo desbocado
olfateando horizontes de justicia de Dios.
Tú en ti misma no mandas; a ti todos te mandan;
en ti mandan tu esposo, tus padres, tus parientes,
el cura, la modista, el teatro, el casino,
el auto, las alhajas, el banquete, el champán,
el cielo y el infierno, y el que dirán social.


En mí no, que en mí manda mi solo corazón,
mi solo pensamiento; quien manda en mí soy yo.


Tú, flor de aristocracia; y yo, la flor del pueblo.
Tú en ti lo tienes todo y a todos se lo debes,
mientras que yo, mi nada a nadie se la debo.


Tú, clavada al estático dividendo ancestral,
y yo, un uno en la cifra del divisor social,
somos el duelo a muerte que se acerca fatal.


Cuando las multitudes corran alborotadas
dejando atrás cenizas de injusticias quemadas,
y cuando con la tea de las siete virtudes,
tras los siete pecados, corran las multitudes,
contra ti, y contra todo lo injusto y lo inhumano,
yo iré en medio de ellas con la tea en la mano.






miércoles, 8 de marzo de 2017

Día Internacional de la Mujer

EL DÍA DE LA MUJER NO ES UNA FIESTA, FUE UN EVENTO SANGRIENTO


La conmemoración del Día de la Mujer es nacida de una historia sangrienta...en donde el abuso, la explotación y la impunidad causó la muerte de 146 mujeres, algunas quemadas y otras muertas en la banqueta porque se arrojaron ante el temor de las llamas... lo lograron las revolucionarias, las indecentes, las no religiosas furibundas, las indignadas, las migrantes y de baja escala social...las que pedían mayor equidad en la vida conyugal y en la productividad...


Incendio en la fábrica Triangle Shirtwaist de Nueva York.  


El incendio ha marcado la celebración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, después Día Internacional de la Mujer, que se celebra el 8 de marzo.

El 8 de marzo de 2011 se celebró el centenario del Día Internacional de la Mujer y el 25 de marzo de 2011 se cumplía el centenario del desastre de la fábrica textil Triangle Shirwaist.

Año 1909 y 1910 - Proclamación del día internacional de la Mujer Trabajadora


ver   Origen del día de la mujer
         Dia-de-la-Mujer-El-Origen.







miércoles, 9 de marzo de 2016

La Edad media

Dirección:     https://youtu.be/-oGCsNmxwYk
   Gracias a Ramón!

Literatura Medieval (Introducción)


Dirección:    https://youtu.be/hXzX-I_D8MQ
   Gracias a Ramón!

Más sobre la mujer

Día Internacionalde la Mujer Trabajadora, realmente no es una celebración, busca el origen del mismo...

Poema en veinte surcos (1938)

A Julia de Burgos

Ya las gentes murmuran que yo soy tu enemiga
porque dicen que en verso doy al mundo mi yo.

Mienten, Julia de Burgos. Mienten, Julia de Burgos.
La que se alza en mis versos no es tu voz: es mi voz
porque tú eres ropaje y la esencia soy yo; y el más
profundo abismo se tiende entre las dos.

Tú eres fría muñeca de mentira social,
y yo, viril destello de la humana verdad.

Tú, miel de cortesana hipocresías; yo no;
que en todos mis poemas desnudo el corazón.

Tú eres como tu mundo, egoísta; yo no;
que en todo me lo juego a ser lo que soy yo.

Tú eres sólo la grave señora señorona;
yo no; yo soy la vida, la fuerza, la mujer.

Tú eres de tu marido, de tu amo; yo no;
yo de nadie, o de todos, porque a todos, a todos,
en mi limpio sentir y en mi pensar me doy.

Tú te rizas el pelo y te pintas; yo no;
a mí me riza el viento, a mí me pinta el sol.

Tú eres dama casera, resignada, sumisa,
atada a los prejuicios de los hombres; yo no;
que yo soy Rocinante corriendo desbocado
olfateando horizontes de justicia de Dios.
Tú en ti misma no mandas; a ti todos te mandan;
en ti mandan tu esposo, tus padres, tus parientes,
el cura, la modista, el teatro, el casino,
el auto, las alhajas, el banquete, el champán,
el cielo y el infierno, y el que dirán social.

En mí no, que en mí manda mi solo corazón,
mi solo pensamiento; quien manda en mí soy yo.

Tú, flor de aristocracia; y yo, la flor del pueblo.
Tú en ti lo tienes todo y a todos se lo debes,
mientras que yo, mi nada a nadie se la debo.

Tú, clavada al estático dividendo ancestral,
y yo, un uno en la cifra del divisor social,
somos el duelo a muerte que se acerca fatal.

Cuando las multitudes corran alborotadas
dejando atrás cenizas de injusticias quemadas,
y cuando con la tea de las siete virtudes,
tras los siete pecados, corran las multitudes,
contra ti, y contra todo lo injusto y lo inhumano,
yo iré en medio de ellas con la tea en la mano.